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“El diseño humano te dice cuáles son tus dones y talentos para potenciar tu trabajo”
30 de noviembre de 2023
Si no eres un experto apicultor y observas de cerca un panal de abejas, es posible que todo te parezca lo mismo: unidades similares trabajando por elaborar la miel que luego consumes. Pero la realidad es muy distinta. El panal es un ecosistema de especialización y colaboración de distintos tipos de habitantes. Reinas, obreras y zánganos, aunque aparentemente iguales, desarrollan sus distintas funciones haciendo un trabajo en equipo impecable.
Esto nos lleva a la primera cuestión clave: No es lo mismo trabajar en grupo que en equipo. Aunque se consideren sinónimos, las diferencias son evidentes y, en el mundo empresarial y profesional, cruciales. El trabajo en grupo implica colaboración, pero objetivos no compartidos, mientras que el trabajo en equipo implica colaboración para conseguir unos objetivos comunes. Es la misma diferencia, mutatis mutandis, que existe entre el compañerismo y la colaboración.
Todos tenemos una percepción distinta de la realidad. Por esta razón se vuelven fundamentales la comunicación y la empatía a la hora de trabajar juntos. Encontrar puntos de vista comunes nos hará llegar a una realidad común. Cuantas más miradas haya y más se compartan, las respuestas otorgarán una mayor rentabilidad, mientras que si se trabaja de manera aislada o compitiendo, todo se volverá más difícil. Ya sabes aquello de “dos ojos ven más que uno”. Si en la empresa cada uno está aislado, o peor aún, compite con los demás, es imposible.
Además, una cultura de colaboración garantiza espacios sanos, seguros y de confianza para las personas de la organización, lo que favorecerá un mayor desarrollo de todos los trabajadores.
Dentro de una empresa, la organización se debe regir por objetivos y, en base a ellos, hay que organizar cada uno de los equipos de trabajo y crear una sintonía entre sus participantes y sus respectivas habilidades. Es fundamental que las personas implicadas tengan miradas y talentos diferentes, ya que así, apoyándonos en la diversidad, es como se logran respuestas distintas a las comunes y al mismo tiempo se potencia al máximo el aprendizaje y el crecimiento en talento. Es decir, en nuestro panal no todos pueden ser zánganos o todas obreras.
Desde la dirección de la empresa, se debe velar porque esta dinámica funcione, actuar sobre la selección y el mapa de talento y repensar la estrategia organizativa y los procesos productivos. Los Recursos Humanos juegan un papel importante a la hora de lograr esta diversidad necesaria y de potenciar las distintas fortalezas de cada individuo.
Es evidente que no es fácil dar con la tecla para lograr un equipo ganador, pues este proceso requiere de esfuerzo, intención y paciencia. Ahí entra en juego el arte, la sensibilidad y la capacidad de liderazgo de los mandos de la empresa para combinar el talento con el que cuenta y, de ser necesario, para ir a buscarlo. Para eso es importante tener en cuenta qué es lo que no se debe hacer:
Trabajar una cultura colaborativa tiene numerosos beneficios para el empleado. Unos beneficios que, por supuesto, revierten hacia arriba y alcanzan a toda la cadena. Cuando detrás hay un equipo en pleno rendimiento, los trabajadores sienten que se encuentran en terreno seguro y son capaces de “florecer” y dar lo mejor de ellos mismos.
No obstante, que el equipo funcione no es solo responsabilidad de quien lo crea, sino también de quien lo integra. El trabajo en equipo debe ir de la mano de unas actitudes correctas que harán que el ambiente sea el idóneo. Estas son algunas de ellas:
Artículo en colaboración con:
Oliva González, Psicóloga en Skopos Center y profesora de EAE.