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“El diseño humano te dice cuáles son tus dones y talentos para potenciar tu trabajo”
30 de noviembre de 2023
No merezco este trabajo. No soy tan bueno como mis compañeros creen. En cuanto se den cuenta verán que soy un fraude. Lo que he logrado se debe más a la suerte que a mis acciones.
Estas tres frases no son ficción, sino que forman parte del diálogo interno que acompaña a lo que se conoce como “síndrome del impostor”. De vez en cuando, a todos nos toca lidiar con una voz crítica, convivir con inseguridades y transitar etapas donde nuestra autoestima podría llevar el cartel colgado de “frágil”.
Pero en el caso del síndrome del impostor, quienes lo sufren viven constantemente con estas ideas sobre sí mismos. Pensar de esta manera acerca de lo que somos y hacemos en nuestro trabajo, día tras día y durante mucho tiempo, puede resultar agotador.
Pero, ¿qué es el síndrome del impostor? ¿Es falta de confianza? ¿Baja autoestima? ¿Cuánto tiempo es “normal” que ocurra? ¿Qué puede ayudar a combatirlo?
Y es que, para cambiar algo, primero hay que conocer y comprender. Así que vamos a descubrir cómo se comporta el síndrome del impostor, cuáles son sus señales y cómo te puede estar saboteando.
El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico que, aunque no está clasificado como un trastorno clínico, tiene un impacto en la autoestima, el bienestar y la salud mental de la persona que lo padece. Se puede presentar en cualquier área de la vida: personal, familiar, social, laboral.
La persona que lo sufre se caracteriza, fundamentalmente, por ser incapaz de reconocer su valía personal y sus logros, y por sentir que no merece lo que tiene o que sus éxitos se deben más a la suerte que a sus propios méritos.
Otro signo revelador del síndrome del impostor es la sensación constante de ser un “fraude” y de sentir que en cualquier momento el entorno descubrirá que ha sido todo un engaño, que la persona no era tan buena como parecía.
Hay algunas señales, además de estas dos, que te pueden permitir saber si padeces el síndrome del impostor:
Las raíces del síndrome del impostor, según la psicología, a menudo se encuentran en la infancia y en la historia de vida de quien lo experimenta. Algunas de las causas principales incluyen:
Y una vez que algo se conoce y se comprende, llega el momento de accionar para lograr el cambio. El síndrome del impostor puede impactar tu calidad de vida de manera significativa. La presencia constante de pensamientos que te hacen sentir incompetente, que cuestionan tus logros y que atribuyen lo que tienes más a la suerte que a tus habilidades y esfuerzos, tiene un efecto negativo en tu estado de ánimo.
Te damos unos tips para enfrentar los desafíos del síndrome del impostor y librarte de sus limitaciones en tu día a día, tanto en el plano laboral como en el resto de las áreas de tu vida.
La psicóloga Andrea Viso dice que los pensamientos son involuntarios, pero el acto de pensar es una elección. Te recomendamos que cuestiones, compruebes y verifiques si los pensamientos y la voz crítica que acompañan al síndrome del impostor se corresponden con la realidad.
Pongamos un ejemplo. Sales de una reunión con el resto de tus compañeros de la oficina y te “asalta” la avalancha de críticas: “no he aportado nada interesante”, “he hecho el ridículo”, “seguro que están pensando que no merezco estar en este puesto”. Este es el momento en el que es necesario que te detengas y compruebes si estos pensamientos se corresponden con los hechos de la realidad: ¿alguien dijo esto durante la reunión? ¿Tienes alguna prueba de que lo que piensas ha sucedido de verdad?
La realidad gana el cien por ciento de las veces.
Acude a una de tus personas de confianza que sepas que no te va a juzgar y exprésale cómo te hace sentir el síndrome del impostor. Verbalizar y poner nombre a tus emociones, te va a ayudar a que su intensidad disminuya y, además, te va a dar perspectiva.
Hablar con otra persona te ayudará a que esos pensamientos que parecen enormes en tu mente empiecen a perder peso, te sentirás menos solo y quizás hasta descubras que también hay gente a la que le sucede lo mismo.
Te recomendamos que no reprimas, niegues o intentes controlar las emociones que se derivan del síndrome del impostor. Es más saludable que reconozcas lo que estás sintiendo y que valides tus emociones para poder gestionarlas en vez de controlarlas.
Una vez tengas identificado lo que sientes (angustia, tristeza, ansiedad, culpa, vergüenza), busca formas de cubrir tus necesidades emocionales. Tal vez necesites, como te decíamos al principio, hablar con una persona de confianza y desahogarte; o realizar una actividad que disfrutes y que te ayude a frenar el bucle de pensamientos negativos; o, quizás, lo que necesites sea la compañía y el afecto de tus seres queridos.
Este cambio es a largo plazo. Es decir: no pasarás de decirte que no mereces nada a despertarte una mañana y hablarte de maravilla. Te sugerimos que empieces a hacer pequeños cambios en la forma en la que te hablas y de forma gradual hasta que se convierta en un hábito.
Si te dices “no soy suficientemente bueno”, puedes introducir una ligera modificación y hablarte de una forma un poco más amable: “a día de hoy no me siento muy seguro de mí mismo, pero estoy aprendiendo”. Si has fallado en algo del trabajo o lo que has hecho no ha ido tan bien como querías, en vez de decirte “he hecho el ridículo, qué vergüenza haber fallado así”, te planteamos otra posibilidad de diálogo: “hoy no ha sido mi mejor día en la oficina, no lo he hecho tan bien como quería, pero voy a aprender de lo sucedido para hacerlo mejor el próximo día”.
Uno de los síntomas del síndrome del impostor en el plano laboral es la tendencia recurrente a compararte con tus compañeros de trabajo. La comparación es injusta de base porque la historia de vida, las circunstancias de cada uno y la personalidad influyen en lo que haces, en tu actitud y en tu comportamiento.
Te invitamos a que sustituyas la comparación por el aprendizaje. Es decir, cada vez que te encuentres menospreciándote frente a un compañero porque crees que tú no eres tan bueno como él en un área determinada, pregúntate: ¿qué puedo aprender de él? ¿Qué actitudes, capacidades o habilidades me gustan de esta persona y me gustaría ponerlas en práctica?
Y cuando decimos logros nos referimos también a capacidades, habilidades y talentos. Suficientes críticas ya. Es momento de que reconozcas, valides y celebres lo bueno que hay en ti y lo que has conseguido hasta ahora.
Aquí te recomendamos que no solo pienses en tus logros, sino que los escribas. Primero, porque en el plano mental todo es más abstracto y segundo, porque ponerlos en el papel va a ayudarte a recordarte esos aspectos de ti cuando en el futuro vuelvas a sentirte bajo el yugo del síndrome del impostor. Haz una lista con las habilidades y capacidades que tienes en tu área laboral, pero también personal, social y familiar. Ten en cuenta, además de los logros, aspectos de ti que te gustan y partes de tu personalidad que a menudo la gente de tu alrededor celebra de ti.
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