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“El diseño humano te dice cuáles son tus dones y talentos para potenciar tu trabajo”
30 de noviembre de 2023
A sus 24 años, Pablo ya ha presentado su primera carta de renuncia. Ni la profesión soñada, ni su recién inserción al mundo laboral, ni la ilusión de las primeras veces han bastado frente al estrés, las jornadas eternas y un ambiente laboral desfavorable.
Dedicado al sector de la comunicación, alcanzó pronto un cargo ambicioso y acorde a sus inquietudes, además de que, reconoce, supieron valorar su preparación y su joven valía. Sin embargo, el lugar de trabajo se convirtió en un terreno hostil a tan solo 9 meses de su incorporación. El hastío y la tirantez lo inundó todo, hasta el punto en que dejó de merecer la pena.
Con esperanzas pero sin certezas, Pablo volvió a estar desempleado. La historia de Pablo replica el modelo norteamericano y de otros continentes. Recordemos que en 2021, casi 40 millones de personas abandonaron su puesto de trabajo en Estados Unidos, y mientras en Europa reina cierta normalidad, alrededor de 30.000 personas en España sí han decidido sumarse a esta tendencia desde inicios de 2022, una cifra que dispara los datos a máximos históricos. El fenómeno nació así al otro lado del Atlántico, donde fue apodado como ‘La Gran Dimisión’. Y aunque este masivo abandono de los puestos de trabajo se gestó durante la pandemia, muchas son las razones que lo explican hoy, dos años después.
¿Qué puede llevar a una persona como Pablo, recién incorporado al ámbito profesional y repleto de esperanza, a abandonar tan pronto y no arrepentirse de su decisión? Muchas son las razones que han alimentado en estos últimos dos años las dimisiones:
¿Es ‘La Gran Dimisión’ la antesala de una nueva tendencia, destinada a instaurarse? Es quizá temprano para elucubrar tal cosa, y deberíamos seguir observando los signos de este fenómeno, pero si algo parece claro es que ya no existen trabajos para toda la vida.
Hoy cuesta alcanzar la estabilidad laboral, y por ello muchos jóvenes, recién introducidos en el mundo laboral, buscan primero esa mínima estabilidad para desplazarse después. Buscan cambiar de sector y avanzar en la búsqueda de un cargo que realmente sea acorde a su formación y ambición.
Sin embargo, presentar una carta de dimisión no siempre es fácil. Sin alternativas laborales, sin un colchón que te dé una tregua algunos meses o sin un plan determinado, las oportunidades de rechazar tu empleo se reducen drásticamente. Solo dimite entonces el que realmente puede permitírselo.
Los trabajadores buscan flexibilidad, mejores condiciones y, sobre todo, tranquilidad, tanto laboral como emocional. Priorizan su salud mental y evitan la fatiga gremial y los altos niveles de agotamiento. El dilema surge entonces por el desacuerdo entre las partes. Una dimisión no debería traer consigo siempre una connotación negativa, pero generalmente se trata de un desenlace desafortunado para, al menos, una de las partes.
En esta situación, la empresa es la que ve marchar a su trabajador, se enfrenta a un posible aumento de costes, equipos desestructurados y la exigencia de reconfigurar su modo de operar. ¿Están siendo los empresarios dominados por el nerviosismo de no controlar la situación? ¿Qué pueden hacer ante ello?
La solución para las empresas, ansiosas ante la fuga de talento, pasa por probar alguna de estas fórmulas o empezar a poner en marcha planes de contingencia ante dimisiones intensivas…¿Una reducción de la jornada y del ritmo agotador habría hecho que mantuviese Pablo su puesto de trabajo, por el que tanto había luchado? Él asegura que, al menos, habría dado alguna oportunidad a la empresa y sobre todo a su equipo, tanto o más que él. Sin embargo, la situación lo pudo antes de plantearse nuevas oportunidades. ¿Cuándo está la empresa a tiempo?
A raíz del COVID, en 2021 millones de trabajadores renunciaron de forma voluntaria a su trabajo. Un hecho sin precedentes que nos explica Gabriel García de Oro.
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