Tengo trabajo, pago las facturas, pero no me realiza: ¿momento de cambio?

Es domingo por la tarde y ya empiezas a sentir ese malestar que tan común se ha vuelto: es el recordatorio de que mañana es lunes y toca volver al trabajo. Comienzas la semana y ya estás deseando que llegue el viernes. Durante tu jornada laboral te sientes apático, irritable y llegas a casa sin energía. 

Es una sensación que lleva acompañándote hace semanas o meses, y es que tu trabajo te paga las facturas, pero hace tiempo que sabes que no te hace sentir realizado. 

No estás solo: el 25% de la población quiere o se plantea cambiar de trabajo, según la encuesta de Simple Lógica. La edad en la que se presenta un mayor interés por cambiar de empleo es la comprendida entre los 18 y los 34 años, que representa el 38% de los encuestados.

Señales de que necesitas un cambio

Las emociones desagradables son un indicador que da información de que algo está pasando respecto a tu trabajo. Pero antes de tomar una decisión más drástica, como puede ser renunciar, es recomendable que te hagas una serie de preguntas y que reflexiones sobre la situación. 

Vamos a compartir contigo algunas señales que te pueden indicar que es momento de realizar un cambio laboral, ya sea planteándote renunciar o hacer modificaciones en tu rutina o actitud.

Estrés, tristeza y problemas físicos 

Una de las señales más importantes a las que hay que prestarle atención es cómo te sientes antes de ir al trabajo. Ese malestar: si te cuesta levantarte, si la idea de pensar que llega el lunes y que tienes que ir a trabajar te causa ansiedad, es momento de que te detengas y evalúes cómo está afectando a tu salud mental. 

A veces, aparecen incluso síntomas físicos derivados del estrés: problemas digestivos, insomnio, cansancio excesivo. Este punto es el más importante, piensa que la salud es la base sobre la que construir tu vida, así que este es el indicador al que te recomendamos prestar más atención. 

Necesitas anestesiarte al salir del trabajo 

Otra señal importante: si cuando sales del trabajo necesitas adormecerte para no sentir esas sensaciones desagradables que te produce tu puesto, es que algo no va bien. 

Algunas formas de adormecer esas emociones pueden ser hacer un uso desmedido de las redes sociales o cualquier hábito nocivo que esté funcionando como parche. 

Falta de motivación e ilusión 

Aspirar a que el trabajo siempre sea ideal y te sientas a gusto de forma constante no es realista. Pero si hay algo a lo que prestarle atención: si entraste al trabajo con ilusión y ganas, y te das cuenta de que la motivación ha ido disminuyendo progresivamente hasta el punto de que ir a tu puesto es sinónimo de apatía, es algo que hay que observar. 

En casos más extremos, esa desmotivación se puede convertir incluso en manía. Es decir, empieza a molestarte casi todo lo que está relacionado con tu trabajo y buscas las partes negativas de forma constante.

Te sugerimos que te hagas algunas de estas preguntas: ¿hace cuánto tiempo te sientes así? ¿Es algo que se prolonga ya demasiado tiempo? ¿Qué te llevó, en un primer momento, a querer trabajar en el sector en el que estás?

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No te sientes reconocido, ni valorado 

Esta es otra de las causas que pueden estar detrás de tu desencanto y que pueden, también, desencadenar esa necesidad de cambio. La ausencia de reconocimiento por parte de tu jefe o de tu equipo de trabajo, que no tengan en cuenta los esfuerzos, la cantidad de tiempo y energía invertida en tus funciones, y que no valoren los éxitos, es frustrante. 

También es importante que reflexiones si tienes posibilidades de crecimiento dentro de la empresa y evaluar si el salario va acorde a tu experiencia, puesto y  responsabilidades. Si sientes que esto último no es así, una opción intermedia puede ser tener una conversación con tu jefe y expresar cómo te sientes y cuáles son tus necesidades. 

Procrastinación y problemas de concentración 

Procrastinar tus tareas o los proyectos a entregar, así como dificultades para concentrarte en el trabajo, pueden ser el síntoma de un problema más profundo. Todas las personas tienen momentos o etapas en las que posponen, a lo que hay que prestarle atención es si esto es algo que no sucedía antes. 

Es decir: si, por ejemplo, antes eras una persona organizada, que programaba sus tareas y ahora detectas que las pospones de forma recurrente, puede ser un indicador de que no te sientes a gusto haciendo lo que haces. 

¿Qué tener en cuenta a la hora de realizar un cambio? 

Es momento de que seas honesto contigo mismo y te preguntes qué necesitas. ¿Es por el salario? ¿Es que necesitas más conciliación? ¿Es que no te gusta la cultura laboral de tu empresa? ¿O es que necesitas una reinvención profesional, probar otro sector o estudiar algo nuevo? 

Por otro lado, te recomendamos que antes de decidir, hagas un análisis de tu situación: cuáles son las partes positivas y negativas de la etapa que estás viviendo, y que sopeses si lo negativo te está afectando tanto, que el cambio es la opción más saludable. 

Por otra parte, haz un plan: evalúa cuáles son tus ahorros para saber si puedes subsistir, qué otras áreas causan tu interés y qué te gustaría hacer en el caso de que dejes el trabajo que ocupas actualmente. 

Te recomendamos, también, que busques una red de apoyo y expreses cómo te sientes con tus personas de confianza. El poner en palabras lo que sientes te hará sentir acompañado, te dará perspectiva e incluso pueden darte consejos o puntos de vista que te ayuden en tu decisión.

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